El siguiente poema de Kavafis, Ítaca, es una metáfora de esta aventura del autoconocimiento. Uno de los significados que el diccionario de la lengua española (DRAE) da a la palabra aventura es: “Empresa de resultado incierto o que presenta riesgos”. Entonces es cierto que el camino del autoconocimiento es una aventura, pues comenzamos un viaje hacia lo desconocido, y sin embargo creo, como el poeta, que uno vuelve “rico en saber y en vida”:
Si vas a emprender el viaje hacia Ítaca,
pide que tu camino sea largo,
rico en experiencias, en conocimiento.
A Lestrigones y a Cíclopes,
o al airado Poseidón nunca temas,
no hallarás tales seres en tu ruta
si alto es tu pensamiento y limpia
la emoción de tu espíritu y tu cuerpo.
A Lestrigones y a Cíclopes.
ni al fiero Poseidón hallarás nunca,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no es tu alma quien ante ti los pone.
Pide que tu camino sea largo.
Que numerosas sean las mañanas de verano
en que con placer, felizmente
arribes a bahías nunca vistas;
detente en los emporios de Fenicia
y adquiere hermosas mercancías,
madreperla y coral, y ámbar y ébano,
perfumes deliciosos y diversos,
cuanto puedas invierte en voluptuosos y delicados perfumes;
visita muchas ciudades de Egipto
y con avidez aprende de sus sabios.
Ten siempre a Ítaca en la memoria.
Llegar allí es tu meta.
Más no apresures el viaje.
Mejor que se extienda largos años;
y en tu vejez arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino,
sin esperar que Ítaca te enriquezca.
Ítaca te regaló un hermoso viaje.
Sin ella el camino no hubieras emprendido.
Más ninguna otra cosa puede darte.
Aunque pobre la encuentres, no te engañará Ítaca.
Rico en saber y en vida, como has vuelto,
Comprendes ya que significan las Ítacas.
¿Es quizás este final un motivo de aliento? Rico en saber; no en información sino en sabiduría. Rico en vida. ¿Vivimos una vida rica en vida? ¿O demasiadas veces nos conformamos con una existencia mediocre? Tal vez mediocre en medio de la estrechez o en medio del lujo. Un lujo que entonces se convierte en “lucecitas montadas para escena”, un montaje. De hecho, nuestra sociedad nos vende lo mismo con distinto envoltorio una y otra vez, prometiendo una felicidad que nunca llega. Da igual si es un ansiolítico, un antidepresivo, un coche de alta gama o el perfume que traerá el amor maravilloso. Al mismo tiempo nos amedrenta con el fiero Poseidón. El Poseidón laboral, el económico, el de la inseguridad y la necesidad de protegernos... Distracción y miedo, dos potentes aliados. Pero la sociedad es cosa de todos, todos nosotros la vamos construyendo. No podemos culpabilizarla y salirnos del tiesto. Los arquitectos somos todos. ¿Cómo sería una sociedad dónde la conciencia de sus habitantes se fuera engrandeciendo paulatinamente, pues el camino no puede hacerse en dos días? ¿Cual es nuestra parte de responsabilidad y qué quiero yo hacer al respecto? Es bueno empezar por sí mismo, pues de lo contrario se podría uno convertir en el activista que huye de sí para arreglar la casa ajena, lo cual por otro lado es imposible. ¿Quiénes somos? ¿Cuáles son las luces por las que nos dejamos deslumbrar? ¿Hemos olvidado nuestra dignidad y nuestra libertad? Ellas están ahí, esperándonos e inmutables, anhelando que iniciemos el camino de vuelta a casa. “Ten siempre a Ítaca en la memoria. / Llegar allí es tu meta”. Y sabemos que en La Odisea, Ulises, a su vuelta, encuentra a Penélope. Ella sigue allí, en Ítaca y lo reconoce.
Para algunos autores los mitos, los cuentos de héroes, son como un mapa, como una guía en el camino de la vida, donde uno se encuentra con su miedo a los Lestrigones y Cíclopes, propios y ajenos. Donde hay lucha y dolor. Donde hay placer, al conocer bahías antes nunca vistas, y disfrute por las hermosas mercancías. “Ítaca te regaló un hermoso viaje”