Mi nombre es Leticia Márquez Calderón y soy Licenciada en Psicología por la Universidad de Sevilla. Posteriormente me fui formando como psicoterapeuta desde vertientes humanistas, si bien mis inicios fueron cognitivos-conductuales. Como psicoterapeuta los conocimientos teóricos son una base fundamental y lo que realmente me da solidez para ayudar, a las personas que así lo desean, es haber hecho un proceso personal profundo y transformador. De aquí procede mi fuerza para ser guía de otros, ya que por experiencia sé que es posible avanzar y cambiar. Es posible atravesar “situaciones” que uno no hubiera imaginado y después se es más “rico”. Más rico en bienestar, en consciencia, en las relaciones, en salud…
Por necesidad y por mi curiosidad respecto al ser humano transité por diversas corrientes. Cada una de ellas pone su acento en un lugar diferente y todas ellas me enriquecen: las emociones, el cuerpo, lo racional y comportamental, el poder de los sistemas (la familia y otros grupos de pertenencia) y finalmente lo transpersonal. De la terapia gestalt recojo la confianza en la vida y en la persona que, además, tiende a la autorregulación (y no a la regulación externa); del poder transformador de las emociones cuando nos permitimos vivirlas, sean las que sean y sin ser juzgadas. En esto, como en otras cosas, se parece al zen pues recoge de él conceptos fundamentales.
Desde la psicoterapia bioenergética y algunas disciplinas corporales, la “escucha” del cuerpo y desde el cuerpo hace que éste se convierta en un guía, en un maestro que sabe encontrar respuestas. La danza me mostró el potencial creativo y liberador de este pequeño todo que somos.
La psicología sistémica me enseñó que este pequeño todo no es sino parte de un todo mayor, con sus propias reglas y dinámicas. Las constelaciones familiares me muestran como existen comportamientos y sentimientos o patrones de vida repetitivos que tienen sus raíces en el sistema, dificultando la propia vida mientras seguimos un guión que no nos pertenece.
El enfoque cognitivo-conductual reforzó aún más mi capacidad de análisis e interrelación. Aunque la razón por sí no cura, esta herramienta es especialmente útil con personas impulsivas o con tendencia al acting-out.
Trabajar en Grupo Sobre La Muerte supuso aliarme con la vida, más en paz, más intuitiva y con un corazón más amoroso.
Desde hace muchos años practico zen. Es mi forma de cuidar la parte más trascendental. El zen no es una forma de meditación (aunque en Occidente se traduzca por meditación zen) puesto que no tiene ningún objeto sobre el que meditar. Es un sentarse a solas con el “misterio” (“algo” que no puede captarse con los sentidos), es un dejarse estar en un vacío que resulta ser fértil. Aquí hay una experiencia personal y por tanto no dogmática, aunque recogida por distintas tradiciones.